viernes, 9 de julio de 2010

Save Me (De autobuses, aceras y extrarradios)


Te escribo desde los arrabales inquietos de un verano sin comillas, desde un rincón cualquiera de esta periferia que nos vio nacer, que nos enseñó a crecer tratando siempre de mirar un poco mas allá, a imaginar un mar tras los pliegues del telón que dibujan esos horizontes imprecisos. Nada ha cambiado desde la última tormenta, salvo quizás esta piel que hoy se viste de corto y de sandalias, que se desnuda al mirarse al espejo de otra piel y sueña con naufragios. Que consiente que pase el tiempo sin dejar que se funda el acero enquistado en su mirada, sin renunciar nunca a ser su propio autorretrato. Una piel que hoy, sin entrar en los motivos, se empeña en recordar aquel roce de llovizna que calaba los abrigos dejando en entredicho esa función de coraza que a veces quiere desempeñar la piel, aquel tacto de niebla posada sobre las aceras. Subir a la segunda planta del autobús era casi como tocar el cielo. Cada vez que la tarde se escapaba entre fachadas de ladrillo y borrones de hollín, siempre me quedaba una ventanilla desde la que veía arder mis naves mientras rehacía esos atajos que me llevaban hasta tu barrio. Y en mitad del silencio alguna frase, garabateada toscamente sobre un pedazo de cristal. Sálvame de las ausencias, de las ironías, de los bombardeos, de esa niebla que ensucia miradas y horizontes. Sálvame de las sonrisas vacías, de las muecas, de los fragmentos de metralla. Sálvame del filo de la noche, de esas calles espantosas como grutas, de los alambres de espino que cierran la ruta hacia un cielo despejado. Sálvame de las dunas, del recuerdo, de las grietas, de esas sirenas de ambulancia que no dejan oír como cae la lluvia, de esas banderas que absorben el color para decretar el blanco y negro. Hoy vuelvo a escribirte con la conciencia mas tranquila, con este corazón que apura con cuidado cada latido, por fin a salvo, contemplando ese mar imaginario que acaricia nuestras costas y ensancha nuestros horizontes. Esperando que regreses para seguir compartiendo el privilegio de estar vivos.