sábado, 7 de junio de 2008

Retratos


Cada rostro, cada mirada, cada racha de viento... se enfrentan al lienzo de las aceras, al fondo nublado de unos ojos libres, con miopía en los argumentos, armonía inconsistente, pintadas sus esquinas de luces, sus charcos preñados de lluvia. Se trata de cierta adicción a la estética del silencio, al relámpago en vena. Hoy me vuelve a sorprender un amanecer que se cuela por las rendijas del tiempo. Un reloj de arena. Noches de colchones compartidos. Noches sin colchón, que terminan con las primeras luces del alba. Una impronta de ojeras bajo la mirada delata algún crimen pasional. Resaca de versos y caricias ateridas. Fotosíntesis de cuerpos empapados. Dos corazones incandescentes. Manos que se buscan. El humo del tabaco pronostica cáncer de palabras. La ropa amontonada en el suelo es una suerte de azar premeditado. Y esas preguntas que se lanzan al vacío, que resisten atrincheradas bajo la almohada o sobre la mesilla. ¿Carita o careta?¿Whisky o tequila?¿Promesas o mentiras? O quizás ambas cosas. Después de todo no existen respuestas si no se formulan preguntas, aunque sea en silencio. Me despierto justo a tiempo para ver como te vistes. Cuando te ajustas el vestido a los extremos de tu piel pareces sacada de una acuarela. Sonríes. Estás preciosa con esos párpados hinchados. Tu habitación en mis pupilas. Cuélgate de quien te quiera y no te mueras mas que por amor.